La actividad económica chilena mostró un crecimiento de 4,2% durante junio, de acuerdo a cifras preliminares entregadas por el Central, superando las expectativas privadas y de especialistas que estimaban un crecimiento de entre el 3% y 4% y no obstante que el mes registró un día hábil menos que junio de 2012. De acuerdo al instituto emisor, en el resultado incidió, principalmente, el dinamismo del consumo interno y las actividades mineras y comercio.
En ese marco, el dólar ha seguido operando en el país por sobre los $510, llegando hasta los $517 como máximo del año, presionado a la baja también por un valor del cobre que viene de baja, producto de la ralentización de China y que se ubica cerca de los US$ 3,1 la libra. El sector industrial, en tanto, muestra decrecimiento, presionado por alzas de costos, entre ellos, la energía basada en derivados del crudo y que en estas empresas impacta entre 10% y 15% de sus costes. Según el Ministro de Hacienda, Felipe Larraín, este comportamiento es consistente con una desaceleración prevista, aunque moderada, que ha seguido creando empleos, gracias a la generación de más de 200 mil empresas en los últimos tres años.
El costo de la energía sigue siendo, empero, un problema para la producción nacional, pero especialmente para los automovilistas. Recién iniciado agosto, la Empresa Nacional del Petróleo (Enap) informó que el precio de los combustibles experimentaría alzas de hasta sobre $18 el litro, pese a la morigeración tributaria que posibilita el Sipco.
Explicando, la estatal dijo que durante el período de referencia (15 al 26 de julio) en el mercado de la Costa del Golfo (WTI) subieron los precios de los derivados del petróleo, en tanto que el del crudo Brent ha bajado levemente, al rango US$ 107-108 por barril. Y aunque el alza estacional de la demanda asociada a la temporada veraniega del Norte (gasolina, diesel vehicular y kerosene de aviación) ha sido un factor de alza, también pesa el repunte de la economía estadounidense.
Como componentes políticos están presentes también las tensiones en Siria y Egipto, desde inicio de 2011, cuando comenzó a bifurcarse el precio del WTI, relevante para Chile, del Brent europeo. Y pese a que EE.UU. ha lanzado un nuevo duro competidor del petróleo, el gas de esquisto, y que China ha seguido desacelerándose, el valor del crudo Brent no ha roto el piso de los US$ 100 el barril, cuando, según diversos análisis debería estar a US$ 80. Y de acuerdo a especialistas, con un dólar a la baja, por exceso de liquidez, más el descubrimiento de gas de esquisto en EE.UU. (equivalente a las reservas petroleras de Arabia Saudita) y recientes hallazgos de petróleo en Australia (233 mil millones de barriles), deberían hacer bajar el precio del WTI a nivel de US$ 60 dólares.
Pero aquello no ha ocurrido. ¿Por qué? En mayo recién pasado la Comisión Europea detectó otra colusión, ahora entre grandes petroleras, para manipular el valor del crudo, un mercado que mueve US$ 3,4 millones de millones al año (unas 11 veces el PIB de Chile). Las mega compañías petroleras Royal Dutch Shell, British Petroleum y StatOil son investigadas por la Comisión Europea debido a denuncias formales de que inflaron sus costos de producción, afectando toda la cadena vinculada al recurso y creando una enorme distorsión de precios. La dislocación de los valores del petróleo afecta a toda la producción industrial, ocasionando serios daños a la competitividad general de la economía mundial, razón por lo que se espera que la investigación llegue "hasta las últimas consecuencias", tal como lo declaró el premier británico, David Cameron.
El nuevo escándalo en la UE es sólo comparable al caso de manipulación de la tasa Libor, en la que se encontraron culpables de fraude y conspiración a bancos como Barclays, UBS, HSBC, Rabobank y City, entre otros. Pero si las expectativas de los agentes económicos -que analizan las cifras proyectándolas según un funcionamiento normal y sin considerar fraudes ni conspiraciones contra el mercado- son correctas y el petróleo baja a los niveles estimados, será una gran noticia para la ralentizada actividad mundial. Una baja de costos en esta área permite más actividad a millones de productores que compiten lealmente en los mercados.
La denuncia de estas inaceptables prácticas, reñidas con la libre competencia, protagonizadas por compañías que debieran ser ejemplos de creatividad, productividad e innovación, generan en la ciudadanía el mismo efecto devastador respecto del modelo de libertades, que el que ha suscitado entre los católicos la pedofilia entre algunos de sus sacerdotes. Resulta, pues, incomprensible, que estos conglomerados actúen de un modo en que, finalmente, ponen en peligro sus propios intereses estratégicos.
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