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domingo, 31 de agosto de 2008

Richard Dawkins


El guardián de Charles Darwin 

Dicen de este filósofo británico nacido en Kenia que "ha sacado al ateísmo del armario". Desde su cátedra en oxford se erige en el «Rottweiler» de las ideas de Darwin y la evolución. richard dawkins arremete en sus programas en la televisión inglesa contra el creacionismo y las religiones monoteístas, que defienden el origen de la vida por obra y gracia de un dios.
 

Por Kate Muir, fotografía de John Carey


Richard Dawkins es uno de esos raros paladines de la inteligencia que se lanza a la batalla contra la ignorancia y la falta de juicio del populacho. Pero a diferencia de los franceses, que adoran a sus intelectuales, a los británicos les encanta confinar a los suyos al rincón más polvoriento. O incluso reírse de ellos.

Dawkins (nacido en Nairobi, Kenia, en 1941, pero criado en Reino Unido) escapó hace tiempo de ese círculo cerrado gracias, no sólo a una mente extraordinaria, sino también a su talento para la comunicación y la polémica. La versión inglesa de su reciente canto al ateísmo, El espejismo de Dios (Espasa Calpe), ha vendido millón y medio de ejemplares y ha sido traducido a 31 idiomas. En 1976, cuando se publicó su primer libro, El gen egoísta (Salvat Editores), The New York Times calificó su forma de divulgar la ciencia como «ese estilo de escribir para todo el mundo sobre temas científicos que hace que el lector se sienta un genio». Porque Dawkins proporciona algo sustancioso sobre lo que meditar. Sus seguidores le agradecen que dé un buen cachete a los creacionistas, aparte de explicar el ateísmo de forma concluyente.

Cuando se propuso hacer llegar la ciencia a las masas no se dio cuenta, según dice, de estar imitando a Charles Darwin, aunque compartía con él ese mismo objetivo: «Ser comprendido, servir de inspiración», argumentaba. Su puesto en Oxford, la cátedra Charles Simonyi para la Comprensión Pública de la Ciencia, resulta el lugar más apropiado para ello.

Lejos de las aulas, este filósofo experto en ética lleva apareciendo en televisión desde hace años. Su última serie para Channel 4 fue The enemies of reason (enemigos de la razón), un ataque frontal a la astrología, el tarot, la videncia y la homeopatía.

En el ciberespacio.

Además, ha aprovechado sin reparos los nuevos medios: su página web registra un tráfico enorme y tiene vínculos con Facebook y MySpace. Hay decenas de vídeos relacionados con Dawkins en YouTube, algunos de los cuales han sido vistos más de un millón de veces. No es el medio de comunicación habitual de un hombre de su generación.

Elegido por la revista Time como una de las personalidades más influyentes el pasado año, Dawkins es un intelectual versátil. Alterna su defensa de los derechos de los grandes simios con aparaciones televisivas en series de culto de la BBC en las que se interpreta a sí mismo y hace proselitismo. «Sin complejos, ha sacado el ateísmo fuera del armario», afirma uno de los productores de la pequeña pantalla.

El programa Dawkins sobre Darwin ha sido fruto de un encargo para conmemorar el 150 aniversario de la presentación del ensayo de Darwin sobre su teoría de la evolución en la Linnean Society de Londres, y el bicentenario de su nacimiento, a celebrar el año que viene. Dawkins sostiene que la selección natural es «la idea más importante que se le haya ocurrido a la mente humana», esa evolución lenta de las especies a lo largo de millones de años que refuta la teoría religiosa del designio inteligente de un dios. «En muchos sentidos, es anómalo que la selección natural esté todavía sometida a debate, aunque no la somete a debate nadie que sepa mínimamente algo de lo que va», afirma. De hecho, Dawkins se niega a comparecer en un mismo acto con los creacionistas. «No me gusta darles el oxígeno de la respetabilidad, la sensación de que, si se suben a un estrado en un debate con un científico, es que debe de haber un desacuerdo que responde a una realidad. Sería como si alguien sin idea de física se pusiera a discutir apasionadamente la Teoría de la Relatividad de Einstein», añade.

En el programa de televisión, Dawkins expresa su preocupación por que se dedique a la evolución poco más de dos horas de toda la educación científica que un niño recibe en la escuela, frente a lo que puede ser toda una vida de adoctrinamiento religioso en casa. «Es una auténtica tragedia que a los niños se les esté privando de estos conocimientos. Les están educando como si viviéramos hace dos siglos».

En su hogar, Dawkins se muestra sonriente y convincente. Su argumentación es concisa y va al grano. No es el clásico intelectual vestido de tweed y con coderas en las chaquetas. Lleva unos calcetines con topitos y unos zapatos que están más bien a la última. No aparenta los 67 años que tiene. En contraste, por televisión se transforma en un profesor mesiánico. Sus frases se enmarcan en el lenguaje de su verdadera religión: la ciencia.

Es conocido desde hace mucho tiempo con el sobrenombre de «el rottweiler de Darwin», en referencia al biólogo de la época victoriana T.H. Huxley, al que llamaban «el bulldog de Darwin» porque era un defensor acérrimo de la tesis de la selección natural y se hizo célebre cuando aceptó debatir este tema, en ?860, con el obispo de Oxford. Eso era lo que se discutía entonces y también lo que ocurre hoy, pero ¿qué es lo que ha cambiado? «Según una encuesta de Gallup, el 44% de los norteamericanos cree que el mundo tiene menos de ?0.000 años de edad. Se trata de un error descomunal que equivaldría a que la anchura de Estados Unidos, desde Nueva York a San Francisco, fuera de 7,?3 metros», explica con convencimiento.

En su opinión, existe un árbol de la vida; no el que encabezan Adán y Eva, sino el más sugerente esbozado por Darwin. Las diversas especies se van ramificando poco a poco y diferenciándose unas de otras a lo largo de millones de años. Si el creacionismo se viene abajo, así lo hará también el resto de las religiones que se sostienen sobre él. En El espejismo de Dios sus ataques se dirigen fundamentalmente contra el cristianismo. «Decía algunas cosas sobre el islamismo, pero no muchas. A mí me ha parecido claro que el libro se metía con todas las religiones, especialmente con las tres monoteístas: el islamismo, el judaísmo y el cristianismo. No se ponía el acento en particular en ninguna de ellas; aunque como conozco mejor el cristianismo, hice más hincapié en él», añade.

Asegura que el programa que ha grabado para televisión no trata sobre el cristianismo sino sobre el darwinismo, y que se ha esforzado por dejar al margen la religión, tema que ya trató en una serie anterior, titulada ¿La raíz de todos los males? En ella se incidía en el viaje de cinco años de Darwin a bordo del HMS Beagle y en sus estudios en las islas Galápagos.

Ideas y camisetas.

En el año 2006, Dawkins empleó los ingresos de sus libros por derechos de autor para constituir la Fundación Richard Dawkins para la Razón y la Ciencia, una organización benéfica que, a ambos lados del Atlántico, apoya la enseñanza de las ciencias y de la evolución. Su página web personal aparece etiquetada como «un oasis de pensamiento libre»… que también vende gorras, camisetas y demás merchandising.

En sus giras recientes por Estados Unidos –para dar conferencias al lado de otros pensadores como Christopher Hitchens y Sam Harris– se ha encontrado con salas repletas de público que le ovacionaba puesto en pie. «En mi opinión, en Estados Unidos están pasando cosas. Creo que es una reacción contra Bush y contra el islamismo militante», afirma. Además, es miembro de los Brights (literalmente, geniales), un grupo de personas que se han declarado públicamente ateos, aunque él no se siente nada contento con el nombre que los designa. «La palabra brights resulta sumamente ridícula. Una gran parte del pensamiento norteamericano es arrogante, como afirmar que la personas no religiosas son más inteligentes que las religiosas. Por término medio probablemente lo sean, pero nadie tiene derecho a decir una cosa así», afirma con una sonrisa burlona.

La televisión ha demostrado ser un elemento poderoso de su arsenal, pero se agita inquieto de forma desacostumbrada ante la sola mención de un polémico programa de telerrealidad. «Siento un desprecio total por Gran Hermano. Lo encuentro verdaderamente espantoso. Lamento profundamente que se me asocie a él por estar en el mismo canal. Es realmente degradante», afirma.

A la evolución no le han dado nunca una oportunidad tan mediática. «Me habría gustado que a todo el mundo se le hubieran dado algunas clases sobre evolución desde una edad bastante temprana, porque es muy importante y muy estimulante. Responde a un gran número de interrogantes y de misterios. Hasta que no sabes algo de evolución, te dedicas a deambular por este mundo contemplando los árboles, los pájaros y las flores, pero sin saber por qué están ahí. La evolución es la respuesta a ese enigma, así que el hombre no es realmente una persona en toda su plenitud si no sabe de dónde viene y por qué existe».

Los primeros que ilustraron a Dawkins acerca de la evolución fueron sus padres, que en la actualidad tienen más de 90 años. Su familia se trasladó de Kenia a Nyasaland (Malawi en la actualidad), cuando él tenía 2 años y, posteriormente, a Inglaterra cuando ya había cumplido 8. No sintió la pasión por Darwin hasta que era un estudiante universitario. Ahora, la culminación de su prolongada relación intelectual es la serie de televisión y un libro sobre la evolución que tendrá en cuenta los últimos conocimientos sobre la genética y el ADN. Dawkins acaba además de editar una obra colectiva, Manual oxoniano de literatura científica moderna, que reúne ensayos de docenas de científicos –como, por ejemplo, Steven Pinker, Oliver Sacks o Steve Jones– y que ha conseguido interesar al lector medio.

Lo que aún no logra entender es por qué la literatura y la ciencia deberían ser enemigas. Le gusta la ciencia ficción de autores como Isaac Asimov, Arthur C. Clarke y Fred Hoyle, pero al que adora es a P.G. Wodehouse. Dawkins se describe a sí mismo como «culturalmente cristiano. Reconozco un vago encariñamiento por el anglicanismo heredado de mis padres». También admite que siente una curiosa confusión ante los cristianos que aceptan la teoría de la evolución porque, por un lado, son unos aliados naturales mientras que, por otro, están de acuerdo con él en que el mundo científico es incompatible con lo sobrenatural, al menos aquellos a los que él se refiere como «fundamentalistas radicales».

No obstante, hay algo casi espiritual en Dawkins, una curiosidad y una alegría casi infantiles por las maravillas del universo. Cuenta que sintió una emoción que casi le hizo llorar cuando cogió entre sus brazos a su hija Juliet (la única que tiene, nacida de su matrimonio con Eve Barham), por entonces de 2 años de edad , y la sacó al jardín envuelta en unas mantas en 1986 para ver el paso del cometa Halley por la bóveda celeste en plena noche. Dawkins apenas pudo vislumbrar el cometa pero, sabedor de que jamás lo volvería a ver en toda su vida, susurró a Juliet al oído que ella podría volver a contemplarlo la próxima vez que pase, que será cuando su hija tenga 78 años.

+ En la página web oficial del escritor e intelectual inglés.



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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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