Thomas Sparrow BBC Mundo, Washington (@bbc_sparrow)
Mientras el gobierno de Estados Unidos debate su presupuesto del próximo año en medio de los recortes automáticos que le han causado más de un problema, una industria local no parece estar muy preocupada: la de los drones, en especial para usos civiles.
Esa es por lo menos la impresión que deja una visita a la Conferencia de Sistemas Vehiculares no Tripulados, que se realiza en Washington esta semana y donde se presentan las últimas tendencias en la industria.
Acá, en este centro de convenciones a dos kilómetros de la Casa Blanca, el discurso de quienes promueven un uso más masivo de los drones es distinto al que se escucha en los corredores del poder. No se menciona la crisis, sino las oportunidades. Y no se habla del llamado "secuestro de gastos", sino de la creación de empleo.
Más de 550 expositores están mostrando sus nuevos diseños, que van desde robots sumergibles para localizar objetos en el agua hasta manos mecánicas o aviones equipados con cámaras y radares ultransensibles.
Algunos de estos dispositivos se utilizarán en la industria militar, donde los drones son comunes desde hace años, pero los organizadores quieren hacer énfasis en que el uso puede ampliarse -y con ingentes réditos económicos- a la vida común y corriente en áreas como la agricultura, el transporte de carga o la atención de emergencias.
Pero afuera, en la calle, el ambiente es opuesto. Unas cuantas personas están reunidas, con pancartas en la mano, para protestar por el evento. En un aviso se lee que con cada ataque, los drones están arruinando a la nación. Otro dice que los drones matan a control remoto.
Y no están solos en sus críticas: en cuanto al uso comercial de estos artefactos, algunos grupos defensores de los derechos civiles llevan tiempo advirtiendo de los riesgos eventuales a nuestra privacidad, e incluso uno de los páneles del martes abordó esas preocupaciones.
Esto último es una muestra de que, por más predicciones multimillonarias que hagan sus promotores, en esta conferencia están quedando evidenciadas las dos caras de la moneda.
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Como un celular
El general retirado James Poss, un veterano de la Fuerza Aérea con cuatro guerras en su historial y ahora un experto en drones, está sentado en un café subterráneo oloroso y sucio en las afueras de la exposición.
Está concentrado con su portátil y una presentación de Power Point, pero cuando BBC Mundo le pregunta si él cree que hay una bonanza de drones para uso civil, deja esas dos herramientas de lado y saca su iPhone del bolsillo.
"Cuando primero salieron los celulares, los veíamos como teléfonos portátiles", dice. "Ahora yo tengo un iPhone con unas cien aplicaciones. Vamos a ver lo mismo con los sistemas aéreos no tripulados".
Poss asegura que ha habido drones por mucho tiempo, en especial en el ejército, pero éstos han empezado a popularizarse gracias a las tecnologías que permiten controlar los equipos a una distancia cada vez mayor y además ubicarlas con precisión en sistemas de posicionamiento global (GPS).
Y enfatiza las posibilidades que pueden tener estos vehículos para monitorear cultivos con precisión, mejorar el transporte de carga, alcanzar lugares remotos como el cráter de un volcán o el fondo del océano o incluso modificar actividades mucho más cotidianas, como el envío de domicilios por restaurantes.
Esa popularidad, por supuesto, presenta posibles beneficios para la industria.
"Cuando se mira el lado comercial, es todo un tema de los dólares, se trata del dinero", le dice a BBC Mundo Michael Toscano, el presidente de la Asociación Internacional para los Sistemas Vehiculares no Tripulados (AUVSI), que organiza la conferencia y representa a los productores.
AUVSI publicó este año un informe sobre el impacto económico de que estos vehículos no tripulados se integren al espacio aéreo estadounidense, un tema que debe regularse hasta 2015.
Estas mujeres participaron en la protesta en las afueras de la conferencia.
El reporte dice que el impacto económico en los primeros tres años de esa integración será de US$13.600 millones y se generarán unos 70.000 nuevos empleos. Y va más allá: entre 2015 y 2025 el impacto llegará a US$82.100 millones y se crearán más de 100.000 empleos.
El principal problema para desarrollar esta industria, según el informe, es la falta de una estructura regulatoria. Pero según otras fuentes, los problemas son de otra índole.
Privacidad e imagen
No es baladí que en la entrada de la conferencia se haya reunido un grupo de manifestantes. Tampoco es extraño que sus carteles hablen del impacto militar de los drones. Y mucho menos sorprende que, el mismo día, la misma conferencia esté debatiendo los problemas de la privacidad.
No sorprende porque estos temas se han convertido quizás en las principales batallas que están librando quienes se oponen a la masificación de los drones.
Organizaciones civiles como la Unión de Libertades Civiles Estadounidenses (ACLU) han dicho que la vigilancia aérea rutinaria cambiaría profundamente el carácter de la vida pública en el país y han pedido reglas para evitar que se cree una "sociedad de la vigilancia".
Varios estados, por su parte, están considerando -y algunos ya aprobaron- leyes para regular el uso de los drones.
Y algunas personas han intentado ir más allá. El conocido columnista Charles Krauthammer dijo en la cadena Fox que el primer hombre en usar un arma para derribar uno de estos vehículos se convertirá en un héroe popular y hace poco, un hombre en Colorado presentó un documento a las autoridades para poder derribarlos y ofrecer una recompensa.
Estas dos últimas acciones fueron consideradas algo exageradas, pero sí evidencian un problema: si la industria de los vehículos no tripulados quiere lograr sus cometidos económicos, muy probablemente tendrá que lidiar primero con esas dudas a nivel local y regional.
De vuelta en la conferencia, Michael Toscano se defiende: dice que hay una resistencia natural cuando se hace algo diferente, agrega que hay mucha información errónea y recuerda que la gran mayoría de los vehículos no tripulados para uso civil serán usados en la agricultura, donde no hay muchas personas.
"Al maíz y a la lechuga no les importará que los estén observando".