A Madrid han llegado motocicletas con alas, hipopótamos que mojan sus patas en un estanque negro, nubes que se convierten en caballos y bolsos con taconean. Todo esto se puede ver, durante veinte días, bajo un techo de cristal.
Esencia del Cuero es una idea de Hermès. Con esta exposición, la casa francesa hace un regalo a Madrid. Visitarla es el gran plan del principio del otoño. Estas son algunas, solo algunas, razones para hacerlo.
-El humor: Si alguien piensa que una firma francesa centenaria y de eso sector llamado lujo debe ser grave, está muy equivocado. Hermès no lo es; se desmarca de todas las demás por su capacidad para reírse de sí misma y jugar con sus valores y sus llamados iconos. Oh, sí, he escrito esa palabra maldita: iconos.
-Esencia del Cuero es una celebración de la imaginación y la creatividad. Hermès sabe caminar por rutas no exploradas y disfruta con ello. La exposición, que condensa el alma de la casa, es imprevisible. Cada sala es una sorpresa que por supuesto no pretendo desvelar aquí.
-Esta es una exposición para niños, adictos a Hermès, gente que pase por casualidad, estudiantes de diseño y comunicación, parejas de entrañables octogenarios; también para la competencia. Es gratuita y está en el Palacio de Ciebles, un lugar que el 80% de los madrileños no conoce y debería.
-La carretilla. La exposición cuenta historias maravillosas como ésta. El Duque de Windsor acudió a la tienda del Faubourg a comprar un regalo para la nada caprichosa Wallis. Allí le sugirieron perfumes, pañuelos. Y él contestó: "de eso, ella tiene carretillas". Y los atrevidos señores de Hermès le replicaron: " ¿A que no tiene una carretilla?". Y se la diseñaron. Y allí está la carretilla.
-Los textos. Cada sala de la exposición cuenta con sus lógicos textos. Qué delicia leer algo claro, sugerente y donde Raymond Queneau y Muybridge aparecen citados así, como sin querer. Quien no los conozca que los busque en Google. Quien los conoce, sonríe un poco.
-No hay que conocer la marca. Ni siquiera simpatizar con ella (aunque esto es raro). Se puede entrar con casualidad. Una vez allí comienzan a llegar los mensajes: artesanía, calma, ironía, cultura, Francia, sensualidad, fantasía…y al final, al salir, ya nunca se olvida qué es Hermès. Misión cumplida. Y sin decir palabras como empresa o, aún peor: precio.
-Elogio de la lentitud: Esta exposición habla de que hay que saber esperar. Hay que tener paciencia para ver terminado un bolso, para que las marcas se consoliden, para que las ideas evolucionen, para que el cuero (que está vivo), se embellezca. El tiempo domado, como se lee allí, es un aliado.
-En esta exposición pasan cosas. No apetecerá mirar el móvil, porque si te descuidas, comienzan a ladrar unos extraños perros o te perderás como las botas caminan solas. La interacción está aplicada en su justa medida para hacernos sentir parte del juego. Hay que ir con los sentidos bien afinados para no perder el juego de colores, luces y músicas de cada sala.
-La sala de suelo de arena blanca y nubes que cambian de forma. El espacio dedicado a caballo,"el primer cliente", es, quizás el más espectacular de la exposición. Forma parte del clímax final y destila un surrealismo juguetón que enamora aunque la hayas visto varias veces.
- Si no se visita Esencia del Cuero, habrá algo menos de que hablar este otoño porque todo el mundo la habrá visto. Es como si no se ha visto Los Soprano. De todos los países del mundo, ¿tenían que traerla a España? Pues sí.
* Esencia del Cuero se puede visitar hasta el día 13 de octubre en el Palacio de Cibeles de Madrid. Horario: 11-20 todos los días. Gratuita.