Permítannos fabricar nuestro futuro
10 COMENTARIOS | 19 DE FEBRERO DE 2014Los emprendedores son los nuevos héroes. Los políticos desearían tener un molde para fabricarlos a su gusto. Programas de televisión y artículos por todas partes nos muestran un nuevo ejército de personas encabezadas siempre por nombres destacados y de éxito, al calor de los cuales, otros se lanzarán a la glamourosa aventura de emprender.
Ayer en una entrevista me aseguraron que, por lo menos, ‘la crisis está sirviendo para que todo el mundo emprenda’. Pensé en que, igual que los niños de hoy que se pasan el día agarrados a su iPad no serán ingenieros de la NASA por esa ‘facilidad nativa y tecnológica’, ahora tampoco todos los que se dan de alta en el cajón desastre de los emprendedores lograrán descubrir el empresario que llevaban dentro.
Leí en The Economist que si nos hacemos la pregunta ‘¿qué es un emprendedor? sólo tendremos dos posibles respuestas o puntos de vista. El primero es el más popular y asegura que los empresarios son personas que dirigen sus propias empresas. La segunda opinión es la que defiende Joseph Schumpeter quien asegura que los empresarios son los innovadores de la economía y de la sociedad. Asegura que las personas tienen ideas, que quienes las convierten en empresas aportan valor social que se traduce en bienestar tarde o temprano. Ha pasado antes y seguirá pasando.
La teoría es interesante puesto que si un país no es capaz de generar el escenario idóneo para crear empresas no tan solo perderá masa laboral, ciudadana, cohesión y otros factores que desestabilizan a una sociedad, sino que se alejará del talento, de la innovación, del progreso tecnológico y, por derivación siniestra, del bienestar y modernidad socioeconómica requerida.
Tengo la sensación que los empresarios o emprendedores que alteramos y desorganizamos continuamente la manera de hacer las cosas jugamos nuestro papel. Somos incómodos para los que eso les supone un colapso mental. Es obvio, pues sino no se entendería que, tras llenarse la boca y farfullar frases hechas sobre el apoyo al emprendedor y a la creación de empresas, te pegan el palo que te pegan a impuestos, dificultades y meriendas similares a fin de que montar un negocio sea como subir el Everest sin oxígeno. Y no lo digo por decir, lo digo comparando, que a uno ya se le va poniendo cara de persona mayor a fuerza de hostias recibidas a ambas mejillas y algún uppercut en plena boca del estómago.
Un emprendedor es un agente incómodo para la administración al preguntarse por qué tiene que pagar una cosa o acatar una decisión determinada, ya que ser emprendedor requiere un fuerte compromiso con la innovación pues precisa de ella para competir con empresas que estaban antes que él, ser emprendedor obliga a ser optimista, pues sin ese valor casi irreflexivo a veces no se conquistan nuevos territorios. Pero ser emprendedor exige ser crítico con tu entorno para facilitar la creación de riqueza y de supervivencia de un negocio a fin de crear empleo. No es lo mismo acudir al trabajo a las 9 y salir a las 5 a no tener hora de entrada ni salir nunca pues el proyecto que llevas entre tus manos requiere de concentración constante. Esa exigencia superior aborta cualquier imposición irreflexiva y te pone en alerta de la ineficiencia pública.
Por desgracia hay gobiernos que no saben medir los tiempos o los tiempos los han medido a ellos. La mayoría de estos tipos que dicen ir a sus ministerios a mejorar la sociedad y a ayudar a ‘sacarnos de la crisis’ no tienen la más mínima idea de a lo que se enfrentan ni falta que les hace. Siguen considerando que para saber que tan emprendedor es una sociedad se tratará de medir el número bruto de empresas o personas que trabajen por cuenta propia por ejemplo. No introducirán el baremo más importante, el que realmente define el verdadero valor emprendedor (por innovador) de una sociedad que debería acelerar e ir de cabeza hacia la tecnificación y la tecnología.
La visión distorsionada que tenemos de ‘por donde hay que recuperar la economía’ se debe a que mayoritariamente la sociedad ve el mundo por el prisma de la prensa tradicional que a su vez transcribe los mensajes oficiales e interesados que a su vez componen con una absoluta indiferencia hacia la realidad que les rodea de lejos. Una visión que habla de ‘recuperación’ de no sabemos qué, de volver al crecimiento y creación de empleo de manera táctica y no estratégica y de un mundo de colores pastel que no te puedes creer si has viajado un poco. Esto no va de inventarse un titular y esperar a ver que pasa. Esto no va de esperar y que por ciencia infusa se ‘arregle’ todo pues no hay nada que arreglar. Esto no va de generar empleo inmediato porque no se va a crear. Esto va de diseñar, estimular y generar un mundo nuevo vinculado a la tecnología, la economía digitalizada y digital, al conocimiento y al valor añadido de aquello que ya tenemos en marcha como el turismo y otros.
Me pregunto que esperan. ¿A que juegan? ¿Quienes se creen que son para tomar como rehenes mi futuro, el vuestro, la vida de nuestros hijos y jugar a congresos y convenciones cuyos lemas y mensajes son de vergüenza ajena? ¿De que van?
Hace pocos días Enrique Dans daba en el clavo sobre la pérdida de una oportunidad histórica que vive España. Yo añadiría que eso le ocurre a gran parte de Europa. Un tren histórico, una opción de enrolarse en el cambio de época que vive la humanidad y de la que hemos hablado mucho aquí ya. Además toca un tema que considero imprescindible para entender la realidad que nos tocará vivir. Cuando miramos a nuestros hijos parece que el futuro está en sus manos y que gracias a la facilidad de uso de sus dispositivos la modernidad entrará con todo lo bueno y magnífico que supone. Según Enrique eso no es tan directamente proporcional, como tampoco lo será pensar que fabricando emprendedores a paladas el futuro será Sillicon Valley.
Desprecio a lo nuevo, pereza, falta de ambición, incomprensión con respecto a las posibilidades de la tecnología, y salvo escasas excepciones, desprecio de lo tecnológico. Si creías que esta era la generación de nativos digitales que nos iban a sacar de la crisis cuando fueran mayores, olvídalo: en su uso de tecnología son peores que la generación que está ahora en sus treintas o en sus cuarentas. Si pensabas que eran muy listos porque pasaban mucho tiempo con el móvil o con el ordenador, olvídalo: estaban todo el rato haciendo la misma rutina estúpida, sin salir de una o dos plataformas. Mientras sus mayores creen que son poco menos que ingenieros de la NASA, la realidad es que son auténticos iletrados digitales que lo único que saben hacer es teclear rápido. Y es que nacer en una época determinada no asegura que vayas a hacer buen uso de las herramientas a tu disposición.
Los retos históricos se pierden por desinterés, por ineficiencia o por voluntad. Se puede perder el tren por no ser capaz de correr hacia el andén si ves que se está escapando, porque no encuentras el andén o por que, viendo el andén y el tren parado, decides ir al bar. ¿Cuál es el caso que nos ocupa? Tengo la impresión que es una mezcla según el momento, tengo la idea, y la he perseguido todos los días, de que o por inútiles, vagos o mal intencionados mi futuro no puede estar en manos de nadie, solo puede estar bajo mi influencia.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en “Responsabilidad Social Empresarial” de la ONU
Diplomado en “Gestión del Conocimiento” de la ONU
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