Gurúes |
Max Weber, padre de la sociología, maestro del equilibrio y gurú del management
Weber fue un intelectual polifacético. Su influencia sobre la teoría del management abarca la economía, el liderazgo y el comportamiento organizacional...
Por Ricardo Crespo (IAE)
Max Weber fue, quizá, uno de los últimos grandes humanistas. Nacido en Alemania en 1864, vivió intensos 56 años en los que, con excepción de algunos períodos de cierto agotamiento nervioso, desarrolló una incansable actividad intelectual.
Aunque estudió Derecho como carrera formal, por sus intereses de investigación, podríamos decir que Weber fue no sólo un abogado, sino también economista, historiador y uno de los fundadores de la sociología.
Weber gusta de las visiones equilibradas. Si se trata de hablar de racionalidad, considera que hay cuatro tipos, acorde a objetivos, acorde a valores, tradicional y emotiva, pero que ninguna se da en estado puro, lo que resulta bien sensato.
El libro donde expone esta clasificación, su magnum opus Economía y Sociedad, data de 1920. Con el paso de los años podríamos observar que se ha exacerbado la racionalidad acorde a objetivos, también llamada racionalidad instrumental. Sin embargo, hoy en día, la literatura del management vuelve a destacar la relevancia de los otros aspectos de la racionalidad mediante tópicos como la dirección por valores o la inteligencia emocional.
Una dirección orientada exclusivamente a objetivos termina fracasando: la gente se siente manipulada y sabotea, se resiste o trabaja a desgano. Por eso es tan importante reflotar la atención a los valores, los aspectos emocionales y crear tradiciones en la empresa.
Cuando habla de economía, Weber considera sus aspectos técnicos de adecuación de medios a fines, pero también piensa que el acto económico debe concentrarse sobre el fin para que, después, la tecnología aborde la búsqueda de los medios más adecuados para alcanzarlos.
Si nos quedamos en el ámbito de los medios, de lo técnico, no innovamos. Por eso es tan importante dar cierta libertad y otorgar presupuesto a la investigación y el desarrollo dentro de la empresa.
Weber es también uno de los grandes teóricos de la burocracia y las organizaciones estatales. Bien célebre se ha hecho su clasificación sobre la autoridad legítima.
Por una parte, existe una dominación tradicional, que proviene de la sangre. En segundo lugar, está la autoridad carismática, propia del político personalista, que implica entrega al líder. Finalmente, existe otro tipo de dominación basado en la legalidad, en la obediencia a reglas que se reconocen como legítimas.
En toda organización coexisten, en mayor o menor medida, estos tres tipos de dominación. Así, las ideas weberianas sobre la autoridad brindan un buen marco de análisis para la legitimidad y el liderazgo en las estructuras organizacionales.
Por un lado, se requieren pautas, procesos, sistemas; pero éstos no deben ahogar la creatividad y la innovación. Se requiere cercanía con la gente, pero al mismo tiempo respeto. Hay cosas que se han de explicar y otras que sólo se han de indicar. Todo depende del nivel al que se manda y de la materia de que se trate.
En el día a día reflexionamos poco. La urgencia de los hechos nos impide hacerlo. Sin embargo, debemos hacer un esfuerzo por crear el hábito de la decisión sabia y meditada: creado el hábito, a fuerza de pensar cada decisión, las ulteriores se hacen más automáticas, hasta un punto en que se razona bien casi por instinto.
Sin embargo, aún cuando alguien piense que está en este estadio, de tiempo en tiempo, debe, como decía Hayek, separarse un poco de su argumento y preguntarse ingenuamente acerca de qué trata todo lo que hacemos.
Ricardo Crespo
Profesor de Economía del IAE, Escuela de Dirección y Negocios de la Universidad Austral
Max Weber fue, quizá, uno de los últimos grandes humanistas. Nacido en Alemania en 1864, vivió intensos 56 años en los que, con excepción de algunos períodos de cierto agotamiento nervioso, desarrolló una incansable actividad intelectual.
Aunque estudió Derecho como carrera formal, por sus intereses de investigación, podríamos decir que Weber fue no sólo un abogado, sino también economista, historiador y uno de los fundadores de la sociología.
Weber gusta de las visiones equilibradas. Si se trata de hablar de racionalidad, considera que hay cuatro tipos, acorde a objetivos, acorde a valores, tradicional y emotiva, pero que ninguna se da en estado puro, lo que resulta bien sensato.
El libro donde expone esta clasificación, su magnum opus Economía y Sociedad, data de 1920. Con el paso de los años podríamos observar que se ha exacerbado la racionalidad acorde a objetivos, también llamada racionalidad instrumental. Sin embargo, hoy en día, la literatura del management vuelve a destacar la relevancia de los otros aspectos de la racionalidad mediante tópicos como la dirección por valores o la inteligencia emocional.
Una dirección orientada exclusivamente a objetivos termina fracasando: la gente se siente manipulada y sabotea, se resiste o trabaja a desgano. Por eso es tan importante reflotar la atención a los valores, los aspectos emocionales y crear tradiciones en la empresa.
Cuando habla de economía, Weber considera sus aspectos técnicos de adecuación de medios a fines, pero también piensa que el acto económico debe concentrarse sobre el fin para que, después, la tecnología aborde la búsqueda de los medios más adecuados para alcanzarlos.
Si nos quedamos en el ámbito de los medios, de lo técnico, no innovamos. Por eso es tan importante dar cierta libertad y otorgar presupuesto a la investigación y el desarrollo dentro de la empresa.
Weber es también uno de los grandes teóricos de la burocracia y las organizaciones estatales. Bien célebre se ha hecho su clasificación sobre la autoridad legítima.
Por una parte, existe una dominación tradicional, que proviene de la sangre. En segundo lugar, está la autoridad carismática, propia del político personalista, que implica entrega al líder. Finalmente, existe otro tipo de dominación basado en la legalidad, en la obediencia a reglas que se reconocen como legítimas.
En toda organización coexisten, en mayor o menor medida, estos tres tipos de dominación. Así, las ideas weberianas sobre la autoridad brindan un buen marco de análisis para la legitimidad y el liderazgo en las estructuras organizacionales.
Por un lado, se requieren pautas, procesos, sistemas; pero éstos no deben ahogar la creatividad y la innovación. Se requiere cercanía con la gente, pero al mismo tiempo respeto. Hay cosas que se han de explicar y otras que sólo se han de indicar. Todo depende del nivel al que se manda y de la materia de que se trate.
En el día a día reflexionamos poco. La urgencia de los hechos nos impide hacerlo. Sin embargo, debemos hacer un esfuerzo por crear el hábito de la decisión sabia y meditada: creado el hábito, a fuerza de pensar cada decisión, las ulteriores se hacen más automáticas, hasta un punto en que se razona bien casi por instinto.
Sin embargo, aún cuando alguien piense que está en este estadio, de tiempo en tiempo, debe, como decía Hayek, separarse un poco de su argumento y preguntarse ingenuamente acerca de qué trata todo lo que hacemos.
Ricardo Crespo
Profesor de Economía del IAE, Escuela de Dirección y Negocios de la Universidad Austral
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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