Tenerla pequeña es un problema. Más aún cuando ese tamaño impide poder realizar aquello para lo cual debería estar preparada. La mayoría de mis compañeros la tienen demasiado pequeña. Pequeña, hasta llegar a ser necesario aumentarla muchas veces para poder trabajar con la misma. Pocos la usan y más de uno prefiere usar las que se hallan a disposición de ellos en el recinto de más calor humano de los centros educativos. Demasiada miniaturización para poder sentirse orgullosos de su tamaño.
Si pasamos la medida a centímetros es para llorar. Muy poco para tanto que ha de hacerse con la misma. Muy poca visibilidad para lo más importante en el siglo XXI. Minucias que no merecen, en muchos casos, ni ser sacadas de sus recipientes.
¿Para qué sirve algo que no puede ejercer su función en condiciones? ¿Para qué sirve algo que has de ampliar para poder trabajar con ella a gusto? ¿Para qué sirve tanto colorido si el morado no se distingue del rosa más pálido?
En las aulas importa mucho el tamaño. Demasiado para aquellos que quieren trabajárselo a gusto. Incentivar el trabajo con cosas pequeñas cuyo minúsculo tamaño hace que la mitad de los detalles no se observen es algo bastante triste.
Por cierto, para aquellos malpensados después de estos primeros párrafos, comentar que estoy hablando de las pantallas (o monitores) de los equipos con los que trabajamos en los centros. Miniportátiles de escasas diez pulgadas de pantalla que hace aumentar la necesidad de dotación en lentes de aumento. Pantallas cuya suciedad en forma de motas de polvo dificultan en un grado inasumible la observación de esa gran cantidad de información que hay detrás de esa deposición. Usar GIMP o PhotoShop (de esos piratas que pululan en gran cantidad de centros que aún no han entendido que existen alternativas libres) en esos microscopios de pocos aumentos se merece una ola. Bueno, pongamos dos... no sea que nos quedemos cortos.
El tamaño SÍ que importa. Importa en los equipos informáticos para trabajar en condiciones. Importa para trabajar a gusto. Importa para no perder lo poco que queda de vista a más de uno. Importa para intentar que lo de menos sea la cantidad de ampliaciones que debamos de hacer a lo que estamos trabajando para verlo en condiciones.
Ahora muchos postulan por los teléfonos móviles como solución dentro de las aulas, a las tabletas de 7 pulgadas por su coste más económico, a dispositivos más pequeños para que la movilidad se vea incrementada. Dispositivos cuyo tamaño impide disfrutar de un aprendizaje en condiciones. Dispositivos demasiado reducidos para poder gozar con los mismos.
Quiero un aula con ordenadores de sobremesa. Con sus 21 pulgadas. Con sus teclados ergonómicos. Con sus respectivos ratones que permiten ser más precisos en su disparo. Me sentiría más cómodo. Mucho más. ¿Tan malo es quererse sentir a gusto con un tamaño mucho más adecuado para la función que se ha de realizar?