¿PUEDE LLEGAR A SER NECESARIA LA ESPECULACION?
Especulación es un vocablo que nos encontramos en cualquier conversación económica cada tres frases, bien para usarlo como designio de los males económicos que nos afectan, bien para sustentar o apoyar ciertos movimientos económicos de una manera relativamente sutil. No obstante, sobre la especulación, su definición y función económica, poco se habla y por este motivo, vamos a dedicar esta semana nuestros Conceptos de Economía a la especulación.
La especulación se define como el conjunto de operaciones comerciales o financieras destinadas a obtener un beneficio económico, basándonos exclusivamente en las variaciones de precios en el tiempo. Esta definición incluiría dentro de la especulación a cualquier inversión, ya sea realizada en activos materiales, inmateriales o activos financieros, pero se acuerda definir como especulación a las inversiones que se realizan sin tener ningún tipo de control sobre la gestión de los activos en los que se realiza la inversión.
A nivel financiero, una acción especulativa se entiende como la inversión que se realiza en activos que no garantiza la seguridad de retorno del activo adquirido ni tampoco asegura el beneficio esperado por la inversión realizada. En esta línea, debemos tener presente que ganar o perder es realmente sencillo, dado que un movimiento especulativo genera tanto beneficios como pérdidas dentro del movimiento de capitales. Por tanto, los movimientos especulativos no presentan siempre rentabilidades positivas, tal y como se quiere hacer ver a nivel coloquial desde muchos frentes no especializados en economía.
¿Por qué es necesaria la especulación?
Actualmente, nos encontramos en una tesitura económica que señala directamente a los especuladores como los causantes de los grandes males de los mercados financieros y las perversas consecuencias que tienen sobre el empleo y el crecimiento económico. Pero dentro de cualquier configuración económica, es necesario que alguien asuma los riesgos inherentes a las operaciones económicas.
Imaginemos por ejemplo el mercado de materias primas, en el que los precios fluctuan en función de las previsiones de las cosechas o futuras extraciones petrolíferas. Si un año, la climatología ha sido adversa y se requieren nuevas zonas para realizar cultivos que nunca se han llevado a cabo, los agricultores pueden no estar dispuestos a afrontar el riesgo de la inversión en un terreno que no saben su productividad o no disponen de los medios económicos suficientes para llevar a cabo el sostén de la cosecha.
Vender anticipadamente la cosecha a un fondo de inversión puede ser una vía para que la producción se pueda llevar a cabo, afectando directamente al precio de la materia prima en el mercado dado que se transfiere la capacidad negociadora del precio al inversor que financia la cosecha. Si este especulador no invirtiera en esta cosecha, asumiendo el riesgo de la pérdida de la misma, no tendríamos finalmente las materias primas.
El punto más importante de la función especulativa dentro de los mercados lo encontramos en el aseguramiento del precio de la producción en el futuro. En multitud de ocasiones, nos encontramos con que los productores primarios que se reflejan en el activo financiero, quieren fijar de antemano el precio futuro de la producción para no asumir las variaciones de precios que se puedan derivar de las variaciones en la oferta y demanda del bien en cuestión. En estos casos, los mercados de futuros representan el vehículo especulativo que cumple con la función de satisfacer las necesidades de los productores de dichas materias primas.
La dotación de liquidez y la financiación de los estados
El segundo gran punto de los movimientos especulativos lo tenemos dentro de los movimientos que dotan de liquidez a los mercados financieros y posibilitan a la vez la financiación de estados, entes públicos y empresas con emisiones de deuda a distintos plazos.
Tal y como está definida la especulación, adquirir una letra del tesoro o un bono de una empresa, es un movimiento especulativo puro y duro dado que el inversor sólo persigue el rendimiento de la operación sin poder entrar en la gestión económica del ente. Tengamos presente que la distribución monetaria entre ahorro e inversión se encuentra desplazada y cualquier ente económico necesita liquidez para llevar a cabo sus operaciones comerciales y financieras.
Los rendimientos que se pagan por estos movimientos de fondos están íntimamente relacionados con las garantías de devolución del principal en el caso de las empresas o con las previsiones de crecimiento, recaudación y control del gasto público para el caso de entes públicos, como son los estados, CCAA o ayuntamientos.
En esta línea, la garantía o afianzamiento de las inversiones mediante Credit Default Swaps o recurrir a las subastas como métodos para colocar los activos financieros dentro de los mercados de capitales son los vehículos más usados para conseguir el funcionamiento real de la economía.
La función de liquidez del mercado, es una función imprescindible para el funcionamiento correcto de la economía. La liquidez del mercado garantiza que se maximiza el precio más eficiente y más bajo para cualquier operación, sin la necesidad de esperar para que la operación se efectúe. Más liquidez implica más demanda y, como consecuencia, mejor precio y una realización mucho más rápida de la operación. La realización de operaciones de manera consecutiva es la que faculta el movimiento de la economía de manera directa con la influencia de oferta y demanda necesaria para que el mercado funcione.
El riesgo, el factor impredecible
Finalmente, tal y como se puede concluir después de un análisis racional de la especulación; el riesgo intrínseco a la emisión de cualquier activo generará en el futuro fluctuaciones en los precios que podrán favorecer o perjudicar al especulador o tenedor directo del activo. En esta línea, los Gobiernos están buscando fórmulas para regular la especulación y los movimientos de capitales, mediante los planteamientos del establecimiento de la Tasa de Tobin o mediante la prohibición de las operaciones en corto, como vías que invierten en activos temporales o contratos de futuros que fijan valores inferiores a los presentes sobre determinados activos financieros.
La realidad es que cualquier regulación severa sobre los mercados financieros afectará directamente a la liquidez existente y a los costes reales de financiación de los estados y empresas. El combustible principal de la economía es el dinero y sus tenedores son los que deciden realmente lo que quieren hacer con él, los riesgos que quieren asumir y los rendimientos que esperan obtener por los riesgos que asumen frente a la pérdida.
Por último, las críticas que se fundamentan frente a los movimientos especulativos de los mercados, siempre señalan como culpables del encarecimiento del precio al movimiento especulativo mediante un alza del precio del activo frente su nivel real de precio. Esta afirmación implica de entrada que conocemos de antemano cual va a ser el precio real de cualquier activo en el futuro, cuestión que es impredecible basándonos sólo en la variación de precios. La estabilidad de precios y la ausencia de volatilidad directa en el valor de transacción viene asegurada por la propia existencia de la especulación dado que si no existieran los movimientos especulativos no existiría absolutamente ninguna previsión del valor del activo en el futuro.
En esta línea, la volatilidad en los precios sería tan elevada que las transacciones comerciales con precios fijados de antemano serían impensables dado que la distribución del riesgo que asumen los especuladores dentro de los mercados sería distribuida por igual a todos los agentes que intevienen dentro del circuito económico. Se puede concluir que es impensable un sistema económico que elimine la especulación dado que la asunción del riesgo no puede ser distribuida por igual entre los agentes que intervienen con distinta capacidad económica.
En El Blog Salmón | El especulador, ese chico malo, El dólar financia la especulación mundial, La necesidad de un impuesto a la especulación financiera, El impuesto a la especulación no tiene cabida en nuestro sistema tributario
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